"Cada tanto me atormenta la cantidad de vidas que no viviré", me ha escrito Usted hace ya algunas semanas.
¿Qué respuesta merece tamaña angustia? ¿Puedo yo decir algo al respecto? Apenas si tiene sentido para mí, ¡cuánto menos lo tendrá para Usted!
Como sea, he pensado todo el fin de semana en su enunciado. Como un ejercicio de acupuntura algo malintencionado sentía mis pensamientos tensarse y distenderse, retorciéndose, estirándose buscando una respuesta.
Esto es lo que encontré.
En forma paradójica, su dolor me ha dado una definición posible de alegría. Tengo la sensación de haber estado transitando sobre un pantano cuando, de repente, me fue dado encontrar, en el centro exacto de ese líquido viscoso, flotando, un pequeño corpúsculo de increíble aroma, forma y colores.
La alegría, estimado Immanuel, pienso ahora, consiste en la ilusión eficaz de una vida suficiente. En otras palabras, se compone de esos momentos más o menos prolongados durante los cuales, sabiendo que el mundo es múltiple e infinito, tenemos la maravillosa impresión de no estar perdiéndonos de nada".
j. goodman