microbiografía de Edgar Varèse

(seguimos con la historia de la música electrónica: extracto de Techno Rebelde de Ariel Kyrou)



En el texto fundador de la «Guilde International des Compositeurs» -que fundó junto a Carlos Salzedo a principio de la década de 1920—, «desaprueba todos los ‘ismos’, niega la existencia de las escuelas y no reconoce más que a los individuos». Quiere ser libre para explorar los más disparatados horizontes y, entre 1918 y 1921, escribe Américas desde esa perspectiva... Piensa incluso en titular su pieza ¡El Himalaya! Maderas, cobres y percusión dominan la orquesta, pero se encuentran inesperadas sirenas; un cuerno de pastoreo y silbatos de barcos de vapor. Varèse se adelantó con ello varios años a otros compositores como Arthur Honegger (que reprodujo en 1924 el rimo del movimiento de las ruedas de una locomotora en Pacific 231), o al estadounidense Georges Antheil, que estrena en París, un año más tarde, su Ballet mécanique para ocho pianos de cola, baterías, piano mecánico y zumbido de una hélice de avión. Desde Américas, Varèse busca un punto de ruptura y prosigue una exploración más allá de los simples sucedáneos del arte: Colores brillantes, sonoridades desordenadas, dinámicas explosivas, ritmos turbulentos y movimientos temerarios se funden en erupciones cada vez más intensas de fenómenos sonoros que Varèse había estudiado y experimentado desde 1910 y que él mismo describiría más tarde como ‘trayectorias de sonido’, ‘interpenetración de masas sonoras’ y sonido ‘de forma, dirección y velocidad constantemente cambiantes’. Para Ionization (otro título mayor escrito entre 1929 y 1931) idea una zarabanda compuesta de treinta y seis percusiones de piel, de madera y de metal, el tambor-león de África, los gongs asiáticos mezclados con cascabeles, látigos, yunques y, sobre todo, dos sirenas. Varèse es el primero en considerar el timbre como un dato musical en sí mismo y en concebir su música como anudamientos de sonidos múltiples antes que composiciones hechas de notas, y en que esos sonidos nacen del soplo de una batidora de saxofón, de las baquetas de un tambor o de las explosiones de un motor. Le gusta el lado físico, brutal, casi impío de las percusiones, e incorpora los ruidos como su complemento ideal. Este precursor rechaza toda teoría: avanza sin planteamientos previos, hunde sus tripas en la desmesura de los sonidos y de las texturas, y se convierte en el bisabuelo extravagante de las ciencias más complejas del breakbeat electrónico. Inaudible sin duda para muchos de los hacedores de jungle amamantados con sirope jazzy, pero, pese a todo, su incuestionable antecedente. La búsqueda de nuevos instrumentos más dignos del alegato futurista que los berridos elefánticos de Luigi Russolo, es una de las claves básicas de sus planteamientos. Pero esta búsqueda se parece a la de un jugador de póquer queriendo mejorar su juego con sucesivos descartes. Le gustaría descubrir cartas inéditas que se llamaran Teclado de válvulas, Solovox o Telharmonium, pero ¿es esto lo esencial? Varèse naufraga. En las décadas de 1930 y 1940 llama a las puertas de los estudios de Hollywood y de los laboratorios Bell para participar en la creación de nuevos instrumentos y aumentar su fama. Pero lo despiden. ¡Fuera el poeta! ¿Por qué las industrias habrían de necesitar a un amigo de Cocteau y de Picasso, de Messiaen y de Miró? El artista no abandona sus extravagantes caprichos. Se apasiona por el Theremin y descubre las Ondas Martenot, «creadas con electricidad de corriente alterna, ramificadas en gongs y cuerdas, cuyo sonido se amplifica mediante micrófonos y altavoces». En 1934 las utiliza en Ecuatorial, composición en la que expresa la «naturaleza volcánica» de las cosas, bañando en «sonidos industriales, los ruidos de las calles, de las puertas, del aire». Es la primera vez que un artista sitúa un instrumento puramente electrónico en el corazón de una de sus obras, encontrando su discreto lugar entre un piccolo y un trombón, percusiones y una voz de ultratumba (un solo de bajo) recitando una oración del Popol Vuh de los quiches mayas como si quisiera desposar la esencia de la humanidad con las promesas de nuestro futuro tecnológico. Varèse explora, pero aún se topa a cada paso con los muros de la incomprensión y de la estupidez. Se empeña en seguir su camino de alquimista de los nuevos tiempos, de una época y de una música diferentes a él hasta la médula. ¿Qué hacer contra el conservadurismo? ¿Cómo retirar el barniz cultural de unos oídos demasiado viejos para aceptar el juego de las disonancias y de los ruidos de la vida? ¿Cuántas de sus representaciones acaban provocando otra vez los graznidos de quebrantahuesos, como los que se escucharon en la presentación de Consagración de la Primavera en el teatro de los Campos Elíseos? Todavía en 1954, con Désert, pieza para instrumentos de viento, percusión y banda magnética, Varèse suscita la cólera de los cretinos.


hiperbreve historia de la música electrónica en la Unión Soviética (última parte)




Andrei Volodin (1914-1981) es otro pionero olvidado. Diseñó el primer sintetizador musical análogo, llamado "ekvodin", en 1932. Volodin participó en conciertos y conferencias en la URSS, colaborando con otros inventores, como Konstantin Kovalski, quien estaba desarrollando nuevas versiones del tereminvox, y Evgueni Murzin (inventor del sintetizador ANS). En esa época usaba los primeros instrumentos, de fabricación casera. El primer instrumento comercial fue construido a mediados de los 50. Después, el Ekvodin recibió medallas de oro en la Feria Mundial de 1958 en Bruselas y en la Exposición de Logros de la Economía Nacional en Moscú. Hacia los años 70, Andrei Volodin estaba dictando clases sobre acústica musical y síntesis sonora en el Conservatorio Estatal de Moscú, continuando la investigación y desarrollos del sintetizador Ekvodin, así como un nuevo instrumento polifónico que no llegó a terminar. En 1932, el profesor Evgueni Alexandrovich Sholpo estableció un laboratorio para sintetizar sonidos extrayendo las ondas sonoras de una película de 35 mm controlada por celdas fotoeléctricas. Sholpo dio a su invento el nombre de variofono, un precursor de los sintetizadores. A comienzos de los años 60, y mientras Moog diseñaba sus propios sintetizadores en EU, Evgueni Murzin desarrolló independientemente su sintetizador ANS, cuyo primer prototipo funcionaba ya en 1961, el año en que el antepasado ruso de la musica electrónica, Eduard Artemiev, lo usó en sus composiciones. También en esos primeros días, fue creado en Moscú el Estudio Skriabin para la Música Electrónica. También debe mencionarse a Sofía Gubaidulina (1931-), Edison Denisov (1929-1996), Alfred Schnittke (1934-1998), Oleg Buloshkin, Stanislav Kreichi (1936-), y Yuri Bogdanov por su histórico trabajo, entre otros compositores relacionados con la investigación en sonido, así como en los géneros de nueva música y electroacústica. Sin embargo, a pesar de esos desarrollos valiosos, la tecnología en la URSS no avanzó más alla de la analógica. Debido a la organización económica de la sociedad soviética, los instrumentos digitales extranjeros sólo estaban disponibles para los artistas profesionales, la mayoría de los cuales se dedicaban a las corrientes más comerciales de la música pop, con escaso contenido o mensaje, y ciertamente sin actitudes críticas contra el Partido. El principal problema para los músicos "aficionados" era la falta de tecnología musical adecuada, que debía ser comprada en el mercado negro a un costo 10 veces superior a su costo en los países capitalistas. Debido a razones de seguridad, se controlaba la tecnología de computadores. El único computador ampliamente disponible era el Commodore-64. También hay que tener en cuenta que la principal fuente de ingresos para los músicos eran sus presentaciones en vivo y no la venta de discos.

Sergei Tutov y Oleg Onoprienko son músicos que colaboraban con Eduard Artemiev. En abril de 1990, empezaron a producir el programa de radio Onda Mandarina en la Radio Televisión Estatal de la URSS. Tenían escasos medios para desarrollar sus proyectos. Debido a las dificultades económicas de la URSS, sólo tenían un aparato de CD. No se limitaban a pasar música electrónica o de vanguardia, sino que también hablaban de ella, de la tecnología musical utilizada y de los nuevos conceptos artísticos. El éxito de audiencia fue notable, ya que la nueva música era subversiva, casi tanto como el rock. El pop y la música clásica, por el contrario, recibían apoyo del Partido. En la URSS funcionó la Asociación de Música Electroacústica y Computarizada, bajo el auspicio de la Unión de Compositores. Esta asociación desarrolló pocas actividades y conciertos. Sus integrantes podían ir a concursos y festivales en el exterior. Sin embargo, no podían hacerlo en su propio país, ya que no había ningún evento de esas características. La perestroika permitió la fundación de algunos sellos disqueros privados dedicados a la nueva música en Rusia, un club de fans de la música electrónica, y otras entidades y colectivos. Igualmente, al programa Onda Mandarina se le unieron otros, tanto en radio como en TV. El primer programa de TV dedicado a este tipo de música fue producido por la TV ucraniana. En Ucrania hay tanto interés como en Rusia por la nueva música. Por ejemplo, durante algún tiempo se hizo un festival de Nueva Música en Kiev, y la radio ucraniana patrocina la publicación de discos de música electrónica.

Gorizont se dio a conocer como una especie de versión rusa de Kraftwerk, sacando un LP en el sello soviético Melodia, que durante la perestroika llego a sacar cosas antes inimaginables. Otra producción de Melodia fue la banda Jungle, una combinación de jazz con música étnica, basada en sintetizadores. Valentina Ponomariova fue descrita en su debut como una fusión de Enya y Diamanda Galas. Igor Cherniakski, que fue integrante de una banda de rock polaca, ahora está dedicado a la música electrónica como solista. Sven Grumberg es el compositor global de sintetizadores, fusionando estilos e instrumentos de Europa, India, China y Tíbet en una textura electrónica altamente sofisticada. Varios artistas nuevos de vanguardia aparecen en una recopilación promovida por la asociación LAVA. Otro disco, hecho con apoyo "oficial" (14 mil copias y distribución internacional) reúne piezas experimentales interpretadas por artistas veteranos, grabadas a finales de los 60 y comienzos de los 70, con el sintetizador ANS. Allí podemos encontrar a Sofía Gubaidulina, Alfred Schnittke, Edison Denisov, y por supuesto, Eduard Artemiev. Otros discos importantes son los del sello ruso Electroshock Records, así como los producidos por sellos occidentales, entre los cuales los más notables son los del sello Erdenklang. En Rusia y Ucrania están apareciendo muchos interpretes del sintetizador, aunque la mayoría dedicados al techno o a la musica trance. Algunos de los más importantes son EDS, Oleg Makeyev y Zartipo. El DJ Airat Narishkin fue considerado en su tiempo el padre de la música electrónica rusa, e incluso soviética. Realmente conecta diferentes culturas y generaciones, la Unión Soviética, Asia, diferentes épocas y regiones. Psicodélico, Airat es conocido en el mundo musical como una persona de diferentes estilos, desde el duro hasta el más suave. El DJ Janis Krauklis de Riga es conocido como el "primer techno DJ soviético" y participó en la primera fiesta rave en la Unión Soviética, la "Fiesta Gagarin".

hiperbreve historia de la música electrónica en la Unión Soviética (1º parte)


(texto encontrado en la red sin firma de autor)

Inmediatamente después de la fundación de la URSS, la actitud del Partido Comunista hacia las manifestaciones artísticas que se salían de los cánones preestablecidos para explorar otros terrenos fue muy favorable, debido a que eran consideradas como una forma de revolución comunista en las artes, ya que demolían la estética formada durante siglos de dominación aristocrática y burguesa. Por lo tanto, la música cuyo estilo era completamente divergente al clásico, que se identificaba con la antigua sociedad, recibió la aprobación de las autoridades, y se promovió su producción. Sin embargo, esta situación no duró mucho. Las privaciones económicas y las dificultades políticas durante la construcción del socialismo, "en un solo país" (pues sufrían bloqueos y agresiones de las potencias capitalistas) hicieron incómodas las tendencias ultraizquierdistas de las vanguardias artísticas. El arte alternativo se convirtió en sinonimo de desafío al Estado socialista, y posteriormente se hizo signo palpable de subversión. Los artistas de las nuevas tendencias también se revelaron como agitadores en potencia, cuando no tenían actitudes abiertamente hostiles hacia el gobierno socialista. En estas circunstancias, era mejor promover las manifestaciones artísticas más cercanas a la tradición popular y a la comprensión de las amplias masas, que exponerse a ideas extrañas que podrían contener filosofías contrarias al socialismo y cuya mera manifestación era de cierto modo un acto rebelde o de individualismo peligroso. Sofocada esta revolución musical, sus iniciadores fueron perseguidos por su actitud contrarrevolucionaria o se dedicaron a formas musicales más ortodoxas, debido al boicot sufrido por sus trabajos más arriesgados. Entre esos pioneros se debe mencionar a Nikolai Roslavetz (1881-1944), Sergei Protopopov (1893-1954) y Alexander Mosolov (1899-1973).
El interés en la musica electrónica en la URSS, sin embargo, es antiguo. Y no sólo el interés, sino también la investigación activa en este campo. León Teremin (1896-1993) fue el padre de la música electrónica e inventor en los años 20 del instrumento pionero que lleva su nombre, con el cual hizo giras por Europa y América, logrando un enorme éxito en conciertos de música electrónica. Teremin llevó una vida de extravagante invención musical unida a una atrevida clandestinidad electrónica. Genio creativo e inventor prolífico, Teremin empezó por su propia cuenta el campo de la música electrónica en 1920 con el instrumento musical que lleva su nombre. El teremín, el único instrumento que se interpreta sin tocarlo, creó una sensacion mundial y abrió el camino para el moderno sintetizador. Su sonido extravagante se volvió familiar en películas de ciencia ficción e incluso en la música rock. Este instrumento mágico que encantó a millones, sin embargo, es sólo el comienzo de su historia. En su juventud en la nueva Unión Soviética, cautivó a Lenin con su "eterfono". Como científico soviético, Teremin dedicó su vida y obra al servicio del espionaje. Asignado a los EU a finales de los años 20 y en los 30, su maravilla electroacústica hizo furor en la sociedad neoyorquina, mientras pasaba datos de la tecnología industrial gringa a sus camaradas soviéticos. Tras su desaparición súbita de Nueva York en 1938, Teremin fue llevado a un campo de trabajo en Siberia y luego pasó a la clandestinidad en el servicio secreto soviético, mientras se le daba por muerto durante casi 30 años. Usando la misma tecnología del teremin, diseñó aparatos de espionaje dirigidos a las oficinas diplomáticas norteamericanas y estuvo en el centro de la guerra fría. Durante su vida, Teremin desarrolló muchas otras maravillas electrónicas, incluyendo uno de los primeros televisores y aparatos de multimedia que se anticiparon por décadas al arte del performance y la realidad virtual. Fue condecorado por Stalin por su servicio al comunismo internacional y a su patria soviética en su confrontación contra el Eje fascista y posteriormente contra las potencias capitalistas.