Una vez producido el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, el EZLN no responde militarmente. Es decir, no apuesta a la perseverancia táctica. Cambia de estrategia, dando por finalizada la era de la "demanda de reconocimiento" y comenzando la era de la producción de autonomía, construyéndola en los territorios rebeldes. En este punto, podríamos hacer una pregunta de tipo contrafáctico, pero que quizá fuera útil en función de caracterizar al neozapatismo: ¿qué habría sucedido si el Estado mexicano (tanto el Congreso de la Unión como el gobierno de Zedillo) hubiese aprobado y cumplido con los Acuerdos a los que se había arribado -insuficientes según los zapatistas, pero acuerdos al fin- ? Considero que nada demasiado fundamental, a nivel estratégico. Siendo que dicho nivel no comienza ni se agota en la demanda hacia el Estado. Creo que, de haberse cumplido, los acuerdos habrían resultado ser nuevos recursos para la construcción autónoma. Una situación probablemente menos hostil, ofreciendo un panorama distinto al que efectivamente se dio a partir de la ruptura de los Acuerdos y del despleigue de ua estrategia de aislamiento y aniquilación. Con seguridad, entre las comunidades zapatistas y el Estado se habría desarrollado un nuevo corpus de reglas. El juego habría cambiado en lo que respecta a esa relación. Pero el zapatismo juega varios juegos a la vez, cada uno de ellos organizado por reglas distintas. El fracaso de ciertas reglas en un juego determinado no pone en jaque al zapatismo todo; del mismo modo, el éxito de ciertas reglas en un juego determinado no supone una victoria total del zapatismo. En esa capacidad de multiplicarse parece residir uno de los puntos más fuertes de la experiencia: al no tener un centro neurálgico no es posible dejarlo paralítco.
Ezequiel Gatto
Puro planito todo
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