Según Boltansky y Chiapello, la primer figura empresarial del siglo XIX corresponde a “la figura del emprendedor, del capitán de industria, del conquistador (...) haciendo énfasis en el juego, la especulación, el riesgo y la innovación”; complementariamente, en aquel momento “la figura del burgués y de la moral burguesa aportan los elementos de seguridad gracias a una combinación original que añade a las disposiciones económicas innovadoras (avaricia, espíritu de ahorro, tendencia a racionalizar la vida cotidiana en todos sus aspectos, desarrollo de las capacidades necesarias para la contabilidad, el cálculo y la previsión), disposiciones domésticas tradicionales: la importancia otorgada a la familia, al linaje, al patrimonio, a la castidad de las hijas para evitar las uniones desafortunadas y la dilapidación del capital; el carácter familiar o patriarcal de las relaciones mantenidas con los empleados –que será denunciado como paternalismo– donde las formas de subordinación continúan siendo de tipo personal, en el seno de empresas generalmente de reducido tamaño; el papel concedido a la caridad como alivio del sufrimiento de los pobres, etc”. En la segunda figura, ya adentrados en el siglo XX, “el énfasis apunta no tanto al empresario individual, sino a la organización. Esta segunda caracterización gira en torno al desarrollo –a principios del siglo XX – de la gran empresa industrial centralizada y burocratizada, fascinada por el gigantismo. Este segundo espíritu del capitalismo tiene como figura heroica al director quien, a diferencia del accionista que busca aumentar su riqueza personal, se encuentra atravesado por la voluntad de hacer crecer sin límites el tamaño de la empresa que tiene a su cargo (…)”, aquí los denominados elementos de seguridad, entendidos como aquellas representaciones que dan consistencia a un mundo, haciendo posible su reproducción como mundo deseado y deseable, se basan en “la fe puesta en la racionalidad y la planificación a largo plazo –tarea prioritaria de los dirigentes – y, sobre todo, por el gigantismo mismo de las organizaciones, las cuales se convierten en ambientes protectores que ofrecen no sólo oportunidades de hacer carrera, sino que también intervienen en la vida cotidiana (vivienda oficial, centros de vacaciones, organismos de formación) siguiendo el modelo del ejército(…)”.
Ambos modelos partían de un “enemigo interno”: los trabajadores. Y obraban en consecuencia: las figuras empresariales presentaban aspectos casi con exclusividad de tipo imperativos; además, al suponer el conflicto, al orientar su accionar teniéndolo como operador objetivo, procuraban codificarlo.
Los trabajadores, por su parte, construían fuertes identidades en torno a los oficios, a los saberes o a las vinculaciones políticas. Ser obrero significaba, simultáneamente, poseer un saber, pertenecer a una rama industrial o inscribirse en una tradición u organización política. El mundo obrero tenía una cierta consistencia propia, al tiempo que se redefinía constantemente en función de sus devenires políticos y culturales.
Esta “fábrica dualista” ha dado paso a un tipo empresarial que tiende a pensar en clave de “fábrica integrada": pasar de la puesta en relación de dos mundos culturales distintos a la construcción de un mundo cultural unificado. Esta estrategia empresarial se relaciona directamente con la experiencia anterior de la fábrica conflictiva, con el tipo de luchas, enfrentamientos y formas de negociación entre los trabajadores y los empresarios. De alguna manera, puede pensarse en estas nuevas estrategias como un balance empresarial activo de aquel ciclo de luchas.
En ese sentido, el problema es construir un mundo-empresa: un espacio proveedor de ciertas identidades y guiños, que operen a la vez como desactivadores de conflictos. Un lugar de pertenencia en sentido amplio, que se debe construir paso a paso, en relación a lo que la situación y el devenir van presentando. Una pertenencia que impulse al trabajo, que disuada la aparición de conflictos. O que, una vez aparecidos, los resuelva rápidamente. Ya no la mera retribución salarial de la tarea ejecutada y el enfrentamiento como políticas empresarias estables frente a los conflictos: ahora, también, inclusión disuasiva.
1 comentario:
Pensavo ieri...parlavo di cose come http://www.youtube.com/watch?v=EHCRimwRGLs
...e mi dicevo: infine le aziende sono in tutto simili alle istituzioni religiose: le organizzazioni corporative operano nella società ma ne sono distinte, riconoscono in maniera settaria il valore dell'obbedienza e dell'autorità, e la figura ad essa legata tende a misticizzarsi. Esiste un vestiario e, in forme laiche ovviamente, rituali, sacramenti, e manodopera che costruisce cattedrali, orde di debuggers come monaci amanuensi, simboli, vescovi ed emissari diplomatici. A distinguerli, in questo breve flash, dal potere temporale, c'è l'intenzione di una visione, di un immagine, il provvedere di sogni la massa. Non sono capace di esporre la sensazione storica che ho in maniera meno superficiale, ma diciamo che lo sviluppo di stampo ..mi smebra si dica zaibatsu, il modcello giapponese, potrebbe anche essere inaspettatamente anarchico e imprevedibile, tanto più lo stato perderà potere sulla finanza, e tanto più l'allucinazione mediatica raggiungerà livelli sempre più alti. Penso che il business corporativo potrebbe spezzarsi in una specie di feudalesimo, sempre più intriso di differenze, o almeno lo spero, piuttosto che un distopico accordo globale tra le grandi holding. Se la robotica elimina l'operaio e l'elettronica i tecnici, forse la questione del lavoro e del libero arbitrio e dell'equità, forse tutto si trasferirà su un piano meno fisico, e più puramente ideale, dato che il superamento del corpo cancellerà l'equazione corpo prigioniero=individuo prigioniero. Una gabbia senza pareti renderà vana la tutela del corpo e del suo operato, in quanto non sarà più percepito lo stato di sottomissione: infiniti stimoli sono la libertà? La tecnologia annullerà il proletariato per convenienza di fabbrica, dove prima, dove più tardi, non appena i costi di produzione renderanno obsoleti in sempre più settori la necessità di operatori umani. Dunque le masse si redistribuiranno nelle statistiche, e non vedo come impossibile, ne come utopico, un mondo in cui nessuno può fare piu un cazzo manco facendosi sfruttare, può solo morire di fame oppure attaccarsi dei cavi nel cervello e starsene dall'altra aprte, a fare cosa, c'è gibson a dircelo =)
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